lunes, 5 de mayo de 2008

AUTORITARISMOS, SIGNIFICACIONES

Es curioso como se fue generalizando en las clases medias acomodadas la idea de un presunto “autoritarismo” de los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández. Si eso fuera cierto ¿cómo llamar entonces al gobierno de De la Rúa, que dejó más de veinte muertos en las calles antes de retirarse, o al gobierno de Duhalde, bajo cuya gestión cayeron asesinados los militantes sociales Maximiliano Kosteki y Darío Santillán? Ni que hablar de las dictaduras terroristas.
En realidad, la acusación de “autoritarismo” no se sostiene en ninguna avalancha represiva, sino que ha sido divulgada concienzudamente por los grandes medios de comunicación, en virtud de cierto “estilo” blindado de la pareja gobernante. Tal vez la derecha económica, política y mediática agradecería que estos últimos gobiernos se aviniera a negociar amablemente su proyecto de país con ellos. Entonces hablarían de “grandes acuerdos democráticos”, de “políticas de Estado” y archivarían los argumentos maliciosos sobre la soberbia y el autoritarismo presidencial.
Ser “democrático” es cumplir con el mandato popular, no transar el programa de gobierno en las roscas con la oposición, bajo la amable tutela de los operadores políticos de los grandes medios.
La clase media acomodada salió a repudiar el “estilo de gobierno” que los diarios, radios y programas de televisión afirman que cultivan la actual Presidenta y su antecesor. El gobierno, en boca de la principal mandataria, salió a reafirmar su posición. ¿Es eso más autoritario que el lock out que desabastece de productos básicos, o que la especulación de algunos vivos que hacen subir los precios? Debe darse un gran debate nacional acerca del problema agropecuario: la concentración de la propiedad de la tierra, el crecimiento exponencial del cultivo de soja, el desmonte de bosques, la explotación de la mano de obra asalariada rural, el desplazamiento marginación de pequeños campesinos y comunidades originarias.
No fue eso lo que la clase media acomodada de la Capital Federal quiso plantear con sus cacerolas, sino una oposición ideológica y política al actual gobierno nacional, al que acusa de “autoritario”, repitiendo como loros lo que difunde la derecha mediática.Tal vez quiera un gobierno que le asegure altos ingresos sin asumir el costo de distribuir la riqueza, que no es otro que el de enfrentar a los poderosos que se niegan a recortar sus ganancias.
O un gobierno sin “piqueteros” oficialistas, que contaminan con el tufo de una negrada que quiere recibir dádivas sin trabajar. Ayer la chusma plebeya y el aluvión de los cabecitas negras, hoy la mugre de los cartoneros y la negrada piquetera, esos son los nombres del prejuicio de una clase media que naturaliza la “justa ganancia de los verdaderos productores” y abjura de la ardua tarea retomar el desarrollo nacional con autodeterminación y justicia social. Y para hacerlo no hay otro camino que recortar las ganancias de los que más tienen. Este gobierno debería ser juzgado por si se acerca o no a una más justa distribución de la riqueza, no por un presunto “autoritarismo” que es solo el nombre actual de un viejo prejuicio antiplebeyo.

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