lunes, 5 de mayo de 2008

COMO VIENE LA MANO 2

Pronto aparecieron las voces de quienes cuestionaban el status quo oligárquico: una República sin soberanía popular, sin autodeterminación nacional, sin distribución de la riqueza (justicia social).
En esa dirección se orientaron el naciente movimiento obrero y partidos políticos de vocación popular: primero el radicalismo de Hipólito Yrigoyen y luego, y más consistentemente, el peronismo. Se trataba de redistribuir la riqueza, y de ampliar los horizontes productivos del país asegurando una mayor independencia económica frente a las grandes metrópolis del Norte; para eso había que buscar la riqueza adonde estaba. Y el Estado, ampliado democráticamente por la irrupción de los movimientos populares, se transformaba en el instrumento para reorientar la renta nacional y favorecer un mayor desarrollo económico.
Especialmente el peronismo, entre los años 1946 y 1955, que intentó aprovechar la extraordinaria renta agraria para financiar el crecimiento industrial y sostener su política social: pleno empleo, aumento de la parte de los asalariados en la riqueza nacional, alta tasa de sindicalización, extensión de los derechos del trabajador (inclusive en la Carta Constitucional).
Esa distribución de la renta nacional, fue resistida furiosamente por los terratenientes, que condenaron abiertamente la “intervención del Estado” en la economía; eran los mismos intereses que durante la crisis de los años ’30 instrumentaron el intervencionismo estatal para salvar sus propiedades. Allí quedó claro que ese sector social considera un “abuso confiscatorio” cualquier intervención del Estado que no tenga como fin “salvarle las papas” en las crisis o asegurarle las máximas garantías de rentabilidad sin ninguna contrapartida de responsabilidad social.
El intervencionismo “desmedido” fue denunciado entonces, y se procuró restituir la parte de la riqueza que le tocaba a los “verdaderos productores”: es decir a los privilegiados, que ya no eran solamente la vieja oligarquía vacuna sino también la nueva burguesía industrial.
De Martínez de Hoz a Cavallo, los Ministros de Economía ponderaron las virtudes del mercado y condenaron la aberración del estatismo, pero siempre instrumentaron al Estado para asegurar el marco jurídico –político de las grandes ganancias de los más poderosos empresarios, incluyendo los terratenientes, los “inversores” extranjeros y los acreedores internacionales. De distribuir la riqueza…nada.
Para que estas políticas tuvieran un mínimo de consenso y asegurar la “gobernabilidad”, fue necesaria la gran sangría popular de la última dictadura militar.
Por Germán Ibañez y AR

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tus comentarios nos interesan